MÍA

El abandono dejó cicatrices en Mía, pero también en Maritza. La perrita había sido dejada a su suerte en un patio en Llano Chico, ignorada por quienes alguna vez la llamaron suya. Maritza, por otro lado, luchaba cada día contra el dolor causado por la fibromialgia y la artritis reumatoide.
Cuando la UBA rescató a Mía y difundió su historia, Maritza sintió una conexión inmediata. Decidió adoptarla y, desde entonces, ambas han sido compañeras inseparables. Mía no solo encontró un hogar, sino que también se convirtió en un apoyo emocional invaluable para Maritza, acompañándola en los momentos más difíciles y brindándole consuelo con su amor incondicional.